Ideología

Un blog en el que se pueden visualizar diferentes actividades englobadas por proyectos educativos donde se abordan contenidos sobre el mundo del arte injertados con otras disciplinas siguiendo modelos pedagógicos alternativos a la pedagogía tradicional calificada como tóxica por Elisabeth Ellsworth y María Acaso. Cada una de las actividades realizadas se afrontan desde cuatro bloques temáticos de contenidos interrelacionados (Historia del arte, Filosofía, Técnicas artísticas y Lenguaje visual) los cuales generan un mapa de conocimiento colectivo de gran utilidad para el alumno permitiéndole sumergirse en el universo artístico a través de la creación artística y alejándose por tanto, de la simple manualidad.

3/02/2018

La fragua de Vulcano


- FICHA TÉCNICA:
Título: “La fragua de Vulcano”                                                        Autor: Diego de Velázquez
Estilo: Barroco español                                                                      Cronología: 1630
Técnica: Óleo sobre lienzo                                                         Localización: Museo del Prado

- ANÁLISIS DE LA OBRA:
Durante el Barroco (s. XVII y XVIII), España vivió una época dorada en el aspecto cultural sin parangón. El continuo movimiento de grandes maestros y el conocimiento de sus obras influirá decisivamente en artistas que, como Velázquez, resumen lo mejor de la pintura europea en su tiempo.

En este cuadro Velázquez recurre a un tema propio de la mitología clásica, los amores de Afrodita y Ares. Cuenta el mito que siendo Afrodita la diosa más bella del Olimpo, su padre, Zeus, decidió casarla con Hefesto/Vulcano, un dios feo y cojo que pasaba sus días alejado de la luz del sol encerrado en su fragua acompañado de los cíclopes. Este dios tan poco agraciado poseía otras virtudes, éstas eran la de la inteligencia y el ingenio además de ser un dios tremendamente trabajador y mañoso.

Afrodita, diosa de la belleza y del amor no podía amar a un dios como Hefesto/Vulcano, y le fue infiel. Tuvo relaciones con varios dioses y con algún mortal, pero de quien se enamoró fue de Ares, el dios de la guerra.

Al principio los encuentros entre los amantes eran nocturnos, discretos y breves, pero se fueron confiando, y permanecían juntos hasta bien entrado el día, de tal manera que Apolo, el dios sol que todo lo ve, los descubrió y decidió informar al marido engañado y poner fin a tal infidelidad, quizás celoso por no haber sido él el elegido por Afrodita.

Apolo acudió a la fragua de Vulcano/Hefesto y le informó de la traición de su esposa. Este momento fue el elegido por Velázquez para representarlo en el cuadro. Siguiendo una lectura de izquierda a derecha podemos ver a Apolo portando una corona de laurel en su cabeza de la que emanan rayos solares en el momento que le está dando la noticia a Hefesto/Vulcano, que está trabajando con el martillo y el yunque rodeado por los cíclopes (herreros), al mismo tiempo que es sorprendido por la noticia de la infidelidad de su esposa.

El mito cuenta que Hefesto, una vez informado de lo sucedido, decidió crear una red de oro para castigar a los traidores, la red era tan fina que casi nadie la podía ver pero a la vez era tan fuerte que ni el más vigoroso de los dioses la podía romper.

En cuanto tuvo ocasión de encontrar desprevenidos a los dos amantes, se acercó a ellos con mucho sigilo y los cubrió con la red, tal como se encontraban, desnudos y en postura poco decorosa. Sin perder tiempo, llamó a todos los dioses para que contemplaran la traición.

Finalmente Afrodita se marchó a Chipre, su tierra natal, y Ares se ocultó en Tracia poniendo fin de una manera vergonzosa a un amor intenso y apasionado.

Desde el punto de vista formal la obra de Velázquez destaca por su grado de realismo y veracidad a la hora de representar los cuerpos que develan el gran estudio anatómico por parte del artista. Representa dos tipos de cuerpos, uno vinculado al mundo celeste (Apolo) y otro al subterráneo (Hefesto/Vulcano). Ambos se manifiestan de forma diferente. El rubio Apolo, coronado de laurel como dios de la poesía, exhibe un desnudo adolescente, de formas delicadas y carnes blancas, en apariencia frágil pero duro como un mármol antiguo. Ninguna idealización, en cambio, en los cuerpos de Vulcano y los cíclopes, trabajadores curtidos por el esfuerzo lo que se refleja en las carnes apretadas y los músculos tensos, aunque detenidos, observando atónitos al dios solar. Aun tratándose de desnudos académicos, con recuerdos de estatuaria clásica, han sido reinterpretados por el estudio del natural, con modelos vivos, que han puesto también los rostros de seres corrientes.

También destaca desde el punto de vista formal por la estancia donde se representa la escena. Todo está representado con el mínimo detalle empleando la técnica del óleo que permite representar diferentes texturas (metales, cerámicas, lumbre…) con gran meticulosidad y realismo. Debido a esto, algunos teóricos han calificado su estilo como realismo poético por su delicadeza a la hora de tratar las formas.

En las obras de Velázquez nunca hay defectos de dibujo y la atmósfera está expresada a través de la penumbra, modelando y tamizando la luz a través del empleo virtuoso de los colores. Colores en los que predominan los tonos pardos, marrones y ocres siguiendo la técnica del claroscuro que potencia volúmenes y relieves.

Desde el punto de vista compositivo, el centro de atención del cuadro reside en la cara de Hefesto y posteriormente, en la línea visual determinada entre Hefesto y Apolo. Un esquema compositivo en el que predomina la horizontalidad pues podemos englobar a todos los personajes en un rectángulo en el que hay un dinamismo circular.


Se considera esta obra como una de las más italianizantes del artista por la influencia de Caravaggio, Rubens y la escuela veneciana en su estilo.

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